Los Sacrificios Humanos de Alicia [Tributo a Vocaloid.]

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“Oh, bienvenidos seáis todos vosotros, jóvenes y no tan jóvenes, niños y ancianos, mi nombre es Marjolaine Molyneux, y seré vuestra juglar esta noche. Veamos, con qué historia podría deleitaros..., ¡ah!, ya sé... la historia del pequeño sueño. Sentiros como en casa, tomad sitio, y estad atentos...”

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En algún lugar había un pequeño sueño, nadie sabía quién lo había soñado, pero era realmente un sueño pequeño. Un día, el sueño pensó:

“No quiero desaparecer, ¿cómo podría hacer que la gente volviese a soñarme?”

El pequeño sueño estuvo pensando y pensando, y por fin encontró la solución:

“Quizás debería hacer que las personas permaneciesen dentro de mí, crearían mi mundo... y así nunca desapareceré...”


Un campo de guerra, cuerpos sin vida y sangre por todo el terreno que hay a la vista, y en medio de ese sangriento paisaje, una mujer se encuentra de pie. De cabellos castaños al igual que sus ojos, una armadura plateada, manchada de la sangre de sus víctimas, al igual que su espada, y con la cabeza de algún desdichado aún en mano. Su mirada perdida en el horizonte, y una sonrisa macabra eran su única expresión.

Poco después soltó la cabeza y chupo de su mano aquel líquido carmesí, saboreándolo mientras de su interior empezó a salir una risa siniestra, que poco a poco fue aumentando su intensidad.

-No hay nadie en este mundo que sea capaz de vencerme, yo Meiko he conseguido derrotar a un gran ejército sin ayuda de nadie.- Exclamó aún riendo, mientras su expresión se volvía terrorífica.- Mataré a todo aquel que encuentre por delante.

El sonido que sus carcajadas provocaban, volvían a su oído en forma de eco, haciendo que su locura fuese aumentando. En cierto momento, empezó a caminar sin rumbo, pisando los cadáveres sin importarle en absoluto.

A lo lejos empezó a escuchar murmullos, y se puso su espada al hombro, dispuesta a comenzar otra batalla de nuevo, pero se sorprendió al ver a lo lejos siluetas de casas. Aceleró su paso para llegar hasta el borde de lo que parecía una ciudad, y se adentró en ella a través de uno de los callejones, que la llevó hasta una gran plaza, con una bella fuente decorando su centro.

-¡¿Qué significa esto, sueño!?, ¡esto no es lo que yo dije que creases!, ¡yo solo quería guerra!- Exclamó, algunas personas que pasaban se le quedaban mirando extraños, pero apartaban la vista cuándo la joven les miraba, con un tono de locura.

“Simplemente no me sirves...” Escuchó una voz infantil en su cabeza. “Tú no eres la verdadera Alicia...”

-Qué significa eso...- Dijo esta vez amenazante.- ¿¡¡Qué significa!!?... Ah, ya sé... ¿es una especie de prueba?- Empezó a reír de nuevo, esta vez con una locura mayor.- Entonces, tengo que hacer lo que siempre hago... simplemente...¡Tengo que matar!

Bajó su espada del hombro y empezó a segar con ella a cualquier persona que se encontrase, llenando el pequeño pueblo de sangre, mientras el eco de su risa y los gritos inundaban de un macabro júbilo a Meiko. No paró hasta asegurarse de que no quedaba nadie vivo, después se sentó en la fuente de la primera plaza que se había encontrado.

Después de unos segundos, decidió limpiar su espada, mientras tarareaba algo.

- La primera Alicia era una chica valiente,con una espada en mano, llegó al extraño país. – Se calló un momento, ¿desde cuándo conocía esa canción?, pero su voz volvió a salir sin que ella realmente lo quisiese.- cortando en pedazos a varias víctimas....... dejando atrás un trazando sendero de un rojo carmesí.

Abrió los ojos, asustada, esa canción... ¿hablaba de ella?..., ¿era su canción? Decidió seguir tarareando, puesto que aquellas palabras parecían haber sido escritas en su boca, y salían sin querer.

- Esa Alicia fue a lo profundo del bosque, terminando encerrada como así sus pecados pero, en ese sendero carmesí los bosques no le habían dejado modo de escapar..... y de conocer si vivio o si murio, o donde estara.?

En cuanto acabó la canción escuchó unos suaves pasos, se giró repentinamente con su espada por delante, y se encontró al pequeño sueño, acompañado de un joven de cabello y mirada azul, que observaban todo a su alrededor, horrorizado.

-Mira, pequeño.- Sonrió la muchacha, señalando al sueño.- He hecho lo que he estado haciendo en el mundo que creaste para mí.

“ Este lugar ya no era para ti...” Susurró en la cabeza de ambos con su “voz” de niño “Este lugar era para la siguiente Alicia, la verdadera.” Dijo, y Meiko supo que se refería al joven.

Rápidamente se levantó con su espada, y se dirigió hacia el peliazul para clavársela, pero en menos de un segundo se encontró en un lugar oscuro, y húmedo, lleno de árboles con formas horripilantes y con rammas que parecían brazos, encerrándola.

-¡¿Qué es esto!?

“¿No recuerdas la canción?” Sonrió el amorfo sueño.. “Recuerda, era TÚ canción.”

Dicho esto se desvaneció, con una pequeña risa, que estuvo resonando por segundos en el terrorífico paisaje.

-¡No! ¡Vuelve!, ¡vuelve!...- Gritó la chica, pero su voz se convirtió en un susurro, mientras los árboles cada vez se apretaban más alrededor de ella...

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Aquel pequeño sueño le había abandonado en un lugar demasiado grotesco, restos de personas por todo el lugar, sangre marcando las paredes y los suelos, incluso el agua de la fuente tenía un tono rojizo. El joven observaba todo con los ojos abiertos por el horror, el aún desconocía como había llegado hasta allí, solo fue convencido por ese sueño de que todo lo que quisiera lo tendría, con la condición de ser Alicia.

Pero aquel lugar, no era lo que se esperaba de recibida...

“Siento lo que ha pasado” Habló el sueño, apareciendo a su lado.

-¿Quién era esa chica?, ¿qué ha pasado con ella?- Preguntó con miedo.

“ Esa era una falsa Alicia, ya no me sirvió” Respondió tranquilo, como si no le importase el jugar con la vida de las personas. “Pero estoy seguro de que tú seras la verdadera...”

Dicho esto desapareció, el peliazul miró a su alrededor, buscándolo con urgencia, preguntado a gritos que qué haría. Pero en unos segundos, las paredes y las calles del pueblo ya estaban limpias, y las personas que antes yacían muertas, ahora caminaban tranquilamente, hablando entre ellos o paseando, como si nada hubiese ocurrido.

El chico miraba aterrorizado a todos, e intentaba ver a nadie a los ojos, por alguna extraña razón, creía que iba a encontrar dos orbes vacíos. Se sentó en el mismo lugar de la fuente dónde había encontrado a aquella desdichada mujer, y empezó a cantar algunas canciones que conocía.

- Usted tiene una voz muy bonita.- Dijo una niña, con una sonrisa. Él la miró sorprendido.- ¿Cuál es su nombre, señor?
- Kaito... Shion Kaito...- Dijo en voz baja, ninguna vez miró a la pequeña a la cara, debido a aquel extraño temor.
- ¿Podría cantarme otra canción, señor Shion?

El muchacho asintió, se levantó y esta vez empezó a cantar con más intensidad, algunas personas que pasaban por allí se paraban para admirarle, cada vez que acababa una canción todos aplaudían. Poco a poco, Kaito fue cogiendo confianza, y, en cierto momento, se atrevió a mirarle a las caras, y su expresión fue cambiando de sonrisa, a terror.

Eran rostros humanos, sí, pero una rara locura invadió al joven y lo que veía eran rostros de cadáveres, e incluso en algunos llegó a ver restos de huesos. Paró de cantar y algunas personas se alejaron, extrañadas por su repentino cambio, la niña que había admirado su voz se acercó a él, pero el peliazul solo pudo ver otro cadáver andante más, como el resto de los habitantes de aquel lugar.

-Señor Kaito, ¿por qué ha parado?- Le preguntó, con una voz que al cantante le resultó del inframundo.

Le alejó con un gesto exagerado de terror, y, sin saber porque, del fondo de su ser salió una risa de locura, que poco a poco fue haciéndose más fuerte.

-¿Queréis que cante?- Dijo entre risas.- ¡Cantaré!- Carcajeó y empezó a cantar la primera canción que se le vino a la cabeza.- La Segunda Alicia, un noble joven fue. Entonando una canción, llegó a aquel país. Llenó de dulces sonidos su alrededor. Creando dentro de sí, un mundo enfermizo.

El joven se paró de lleno, pero volvió a empezar a reír, esta vez abriendo por completo la boca para que sus carcajadas saliesen.

-Así que.. ¿esta es mi canción?- Rió, para después seguir.- Esa Alicia una rosa se volvió. Y porel disparo de un demente, su vida se acabó... ¡Eso es!- Exclamó alegre.

Empezó a mirar alrededor, viendo las caras muertas de todos los que le rodeaban, mirándole extrañados. Pero él solo buscaba una cosa, vio lo que parecía ser el guardia de aquel lugar, y en su cinturón llevaba un arma de fuego. Sonrió, y antes de que el hombre al que robó la pistola pudiese hacer nada, Kaito la cogió y con una sonrisa, se disparó en el corazón.

- En su pecho floreció una rosa carmesí...- Siguió cantando medio moribundo, mientras el pueblo desaparecía y solo quedaba un lugar oscuro.- Que tragedia amar y estar destinada a morir....

Esas fueron sus últimas palabras, antes e cerrar los ojos, mientras el deforme sueño lo miraba entristecido.

“Así que... tú tampoco eras la verdadera Alicia..., tendré que seguir buscando” Dijo antes de desaparecer en la oscuridad.